martes, 27 de octubre de 2009

Irme volviendo

Metiche este rayito puro y encandilante de sol que irrumpe en mi libro de ruta. Es potente como un rayo láser, apoyándose sobre los renglones que recorren mis ojos doloridos de sueño.

Abreu empezó su libro para que yo lo descubra 20 años más tarde (20 años realmente son muchos y no nada). No parece casualidad que yo lo lea ahora y aquí cuando el monte seco me atropella y aletea en mis oídos, María Callas con su Casta Diva. Leo la tristeza y la belleza de un hombre que hoy siento que me abraza tanto como yo a él. Las leo y descubro lo bien que encajan con esta música, este paisaje del adiós y la melancolía de irme volviendo.

Disfruto de esta última calidez por el rato que dure. ¿Quién sabe cuando, la vida me vuelva a regalar paz de naturaleza, amigos y hermosura?

Me siento acompañada en esta nostalgia de beber todos los cerros hasta que no queda ni gota de ellos. Incluso bebo la cruz roja que avisa al transeúnte la presencia de la salita del pueblo de ruta y también aquella ridícula tuna del monte. Todo el rededor de la sequedad de la vida de la vuelta, todo, todo me conmueve, me hace sentir tonta y me hace pensar ¿Tendré los días subsiguientes un poco de pausa en mi burócrata vida, un poco de éxtasis soleado y musical para escribir y sentirme abrazada nuevamente?

“Pequeñas epifanías” y una de mis felicidades pequeñas que siempre tienen el terror de agotarse (ese miedo que viene de la fatídica ansiedad) y de nunca volver. Igualito que pasó con los instantes plenos de mi vicio, de los bellos recuerdos de tu amor. Así se escondieron como el sol lo hace en esta puesta, así se fugaron tras puñaladas de tu ego. Aún así, tu belleza añeja decide volver en un día soleado como este, escuchando ahora esta canción mentirosa que me susurraste en aquella noche larga. Porque nosotros somos solo recuerdo de crepúsculos eternos y de unos poquitos rayos de sol sobre nuestros sexos, que terminaban en un genial polvo y en otra más e infinita noche larga.

Ya me olvidé de cómo era la profundidad de esos agujeros negros que llamabas tus ojos de latino bien formado. Sensible, cruel y hechicero. Mago hecho de humo y vaho desvanecido que sólo vuelve cuando es reiterada mi melancolía por el regreso.

Porque siempre que me deleito con belleza y calidez, aparecés para demostrarle a mi mente que son ellas tan finitas, que siempre vuelve el invierno. Y yo aparezco más fuerte en estas líneas para decirte que las cosas bellas existen fuera de vos, y que la primavera vuelve siempre a calentar mi cuerpo. Existe éxtasis en los rayos del sol, y también en mi lectura y escritura. Fijate, existe lujuria sin vos.

Terminan estas reflexiones con la refutación del día cálido que se va cuando el sol adormecido y confortable termina de esconderse tras la sierra brumosa, para despertar mañana sin acordarse ya más de vos. (Malena Umérez. 23 de septiembre de 2009)

miércoles, 7 de octubre de 2009

Ansias

Ansioso por salir del vientre y voraz por lo que sea nació el complicado de saciar. Un niño precoz que tendría como martirio una sed que nunca pararía de crecer. Su lugar era siempre mañana y por supuesto una ilusión. Su tiempo el que no ahora. Pobrecillo vampiro del tiempo! Eterno sería su martirio de no poder ver hoy! Nunca procesar el instante o aunque sea dejarlo pasar. Su vida era el futuro y cuando el futuro llega se convierte en presente. Momento que para el nunca sucederá. Vida desdichada de lo que está por venir y nunca llega. Dolerá para siempre su espera de mañana. (Malena Umérez. Septiembre 09)